Relatos Subterráneos – Capítulo 22

Capítulo 22 – El valor de la vida

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Este capítulo no es tan denso, pero tiene sus cuotas de dramatismo. Estamos prontos a celebrar las Fiestas Patrias, así que como tengo algunos días libres, conversé con el supervisor para hacer turnos extra durante la semana. Ya manejo lo que es trabajar en sábado y domingo, pero me da curiosidad saber cómo será en el resto de la semana.

Esta vez me sitúo en Vicente Valdés, en el andén de dirección Plaza de Puente Alto. Hoy es sábado, afortunadamente me asignaron a esta estación. Me vienen a la mente dos situaciones en que inevitablemente termino valorando la vida, lo que tengo, sea poco o mucho (porque es variable según quién mire y según el momento).

Este día, un joven, uno podría denominarlo flaite (marginal), tuvo la osadía de sentarse en el andén, con las piernas colgando hacia las vías. ¿Motivo? No es suicidio, él simplemente está bromeando, se ríe de su irresponsabilidad. Nos dice «mírenme», como si fuese una payasada o él fuese un rey. Entre dos asistentes lo sacamos de un paraguazo y lo retamos.

«Ya, ya, tranqui, si fue una broma» dice

Pero no es una broma, caer en las vías a propósito conlleva consecuencias legales (sí, te pueden denunciar por alterar el funcionamiento de la línea) y también hay niños mirando que pueden «creer» que eso es correcto. No, no es correcto y no, tu broma no es graciosa.

Lo segundo es más triste, estábamos de noche, cerca de las 9 de la noche. En eso, recibimos por radio la comunicación desesperada de una compañera de trabajo que requería ayuda, pero no especificaba nada. Abrimos el compartimiento de las camillas y acudimos, pero la escena era muy triste. Unos abuelitos se habían caído de la escalera mecánica, ignoro la razón (si alguien las detuvo, cosa que ocurre mucho; si pisaron mal, no sé). Los vigilantes y los guardias acarrearon la camilla con el abuelito, mientras llamábamos a la ambulancia, el pobrecillo se había golpeado en la cabeza, tenía sangre y se veía bastante adolorido.

¿Cuántas veces valoramos a nuestros abuelos? Una sociedad que pregona del amor, pero tiene a sus abuelos olvidados en asilos; unas personas que «buscan ser amadas» para llenar sus vacíos, pero no son capaces de sentir amor por un otro. No apelo a una cultura en específico, pero en varias partes los ancianos eran considerados pilares fundamentales de la sociedad por su sabiduría y la experiencia que podían aportar, ahora son un mero desecho, un residuo, un gasto, un cacho.

Eso no debería ser así, deberíamos valorar más a las personas que tenemos al lado. A pesar de que no sean personas perfectas, siempre es lindo que alguien te escuche, ¿por qué no escucharlos antes de que doblen las campanas?

– Me dio mucha pena el abuelito – digo
– Esperemos que esté bien, se ve algo difícil – dice Marta

Los trenes siguen llegando, las preguntas se suceden, las consultas y las sonrisas, el desconcierto de equivocarse en cambiar de andén. Las caras llegan y se van, se oyen las risas de niños, el llanto de otros, a algunos que relatan emocionados que fueron al museo o al cine; mientras nosotros seguimos atendiendo público, algunos pensando en llegar a casa, otros meditando sobre la vida de ese abuelito del cual no sabemos su nombre.

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ESPECIAL: Estación Baquedano y viaje en Línea 5

En el capítulo anterior me puse a describir parte de la estación Baquedano, especialmente a la hora de combinar desde Línea 5 hacia Línea 1. Pensando en generar algo adicional para ustedes, hice un video sobre la estación Baquedano en Línea 5, junto con videos de los interiores de los dos trenes que circulan para que los conozcan, especialmente quienes leen desde regiones o de otros países. ¡Un saludo afectuoso para todos ustedes!

Escritor y Blogger de Transportes
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