Comentario de Corte de Cinta por Claudio Reyes Durán

COMENTARIO DE CORTE DE CINTA, POR CLAUDIO REYES DURÁN

Libro: Corte de Cinta: la épica de lo cotidiano
Autor: Ariel Cruz Pizarro
Año: 2017

Portada de Corte de Cinta y descripción del autor

Un libro debe ser similar a la sensación de contar con un amigo, alguien a quien percibas tan cercano como si estuviesen frente a frente compartiendo algún café con cada uno de sus personajes, tal como planteaba J.D Salinger (El Guardián entre el Centeno). Y es lo que logra, Ariel, joven autor de esta “épica de lo cotidiano”.

Ariel, es un joven sencillo, ex-alumno institutano, un escritor de aquellos que les gusta ir contra el sistema común de los parámetros editoriales, razón por la cual, decidió llevar todo el proceso de publicación por su cuenta, lo que significó un arduo trabajo. Entre el tiempo que debía dedicar a la universidad, sus responsabilidades laborales, la familia, y por supuesto, el libro en cuestión. Es que, todo acaba siendo un mar de ideas que golpean la mente de quien se dispone a escribir.

El libro “Corte De Cinta” logra atrapar al lector en sus primeras páginas, cuyo relato inicial lleva por título el nombre de la obra. En cada página que avanzas, vas entrando en la mente del autor, y sin percatarte, ya estás inmerso de la vida del mismo, como un testigo de todo lo que narra.

Aquello que hace diferente el libro de otros, es la simpleza del lenguaje -aunque no por ello menos intenso-, la variedad plasmada del día a día, además de la evidente crítica que realiza referente a los avances tecnológicos en el medio de transporte en la urbe. Si bien, explica que han sido para potenciar el progreso de la ciudad, ha tomado también consigo las vidas de unos cuantos padres de familia, que no lograron hacer frente al enorme cambio que no solo modificó su fuente de ingresos, sino también, el estilo de vida.

En muchas ocasiones, las personas vivimos de la rutina, pocas veces nos tomamos la molestia de pensar en el otro, y con esto, me refiero, a quienes entregan su día para transportarnos. Como pasajero de los distintos transportes con los que cuenta Santiago, he tenido la experiencia de ser testigo de algunos enfrentamientos verbales y hasta físicos, que no logran llegar a un equilibrio con el respeto. Hay momentos en que algunos tienden a mirar de manera menos humana a quien pasa tras un volante innumerables horas, teniendo que ser tolerante ante un sinfín de peripecias durante un día laboral. La falta de empatía nos hace alejarnos de estos profesionales en el trayecto urbano, quienes incluso, con un simple saludo de cuanto al menos uno de sus pasajeros, sería feliz. Y esto, es lo que Ariel trae a colación en las primeras páginas de su libro.

Cuando inicias la lectura de Corte de Cinta, te subes en un bus conducido por este autor. Ni él podría dilucidar cuánto tiempo lo acompañaremos mientras nos relata de sus aventuras, sin embargo, lo hace con tal espontaneidad, que incita a los lectores a percibir sus sentimientos acercándose, extendiéndose como una gran mano que busca posar sobre tu hombro para señalarte que está ahí, frente a ti.

Aquello que más cautiva de este libro, es la simpleza en su narración, el sentimiento que plasma en cada párrafo. Ariel, no solo busca interactuar con su lector, sino que también, lograr cierta empatía. Si bien, como autor él mismo encuentra difícil darle una categoría a esta serie de relatos y poemas que estructuran la arquitectura de “El Gran Santiago”. No obstante, la pasión con la que el lector encuentra en el interior, además de la cantidad de elementos literarios que convergen hacia el todo de esta obra, la ubican sin lugar a dudas en lo alto de una novela de amor. En efecto, se transforma en una contención carismática de la ciudad, la cual a ratos trae consigo cierta nostalgia por antiguos paisajes y pasajes familiares, modificados para el trazo de la unión de la urbe. El amor se teje en estas páginas, el encanto que produce encontrarse con lo simple, lo espontáneo, la naturaleza misma.

Claudio Reyes leyendo el libro en el Metro

La segunda gran parte de esta obra, nos entrega una visión diferente a lo que habíamos estado leyendo en principio. Si en el comienzo tenemos la imagen de un muchacho reflexivo frente a los cambios, en las páginas siguientes se nos presenta el ojo del viajero. Toda la nostalgia parece mutar, y lo más interesante de este punto recae en la voz que el autor, como narrador, adquiere. Pues, deja en evidencia su hambre por romper el cascarón -como diría Demian, de la mano de H. Hesse-, abrir las alas y volar hacia donde el viento lo lleve; el joven de los grandes deseos refleja en las letras cómo ha crecido.

Ariel, toma al lector una vez más y lo lleva a conocer el sur de Chile. Aquí nos cuenta parte de sus experiencias en los lugares que visita, además de unas cuantas anécdotas que le acompañan en cada uno de sus destinos. Es como si tuviésemos la oportunidad de estar presentes en cada lugar que pisa, tal como nos permite Google Earth, con la diferencia que nos narra en primera persona lo que la mejor cámara puede captar: los ojos.

Más allá de romper con los esquemas clásicos de publicación -en lo que respecta el formato al que acostumbramos los lectores- Ariel, propone la idea que no es necesario seguir ciertos patrones para contar al mundo lo que sientes, ves y deseas plasmar en el papel. En cuanto a lo estético deja en claro su rechazo al estereotipo de las cosas.

Quien lea Corte de Cinta, en cuanto llegue al final el viaje, no volverá a percibir las cosas como se suele hacer en lo cotidiano. El lector queda invitado a reflexionar en su forma de vida misma, y comprender por sobre todas las cosas que no es necesario contar con un dineral para hallar la felicidad, pues, Ariel, hace sombra en materia monetaria, y destaca las ganas como factor único para realizar algo. En otras palabras, propone: para cruzar el río solo se requiere de un poco de valía, y las ganas de hacerlo. Vale más lanzarse a una aventura desconocida, que recorrer un mismo sendero una y otra vez. Mejor aún, haciendo eco de las palabras del mismo autor:

“El arquitecto puede hacer un dibujo acerca de algo que será, pero pasará mucho
tiempo antes de que vea finalizada esa obra y que la misma tenga ajustes por el
presupuesto, la disponibilidad de personal calificado, etc. Tiene límites, tiene que
ponerse límites.

El escritor no, da lo mismo el lugar o la calidad de la hoja, todo es cancha. En una
hoja blanca, uno puede crear un mundo tan complejo como le alcance su
imaginación, sin embargo, las limitaciones que tiene la pluma vienen mayormente
del talento y la experiencia de quien escribe. Por eso a varios les avergüenza mostrar
sus escritos, o creen que no son buenos. Uno nunca va a ser monedita de oro, pero
sí debe soñar con la cabeza en alto”.

Cajas de libro Corte de Cinta en casa del autor

Es esta analogía, la cual en cierta forma refleja el ejemplo anterior, el cimiento sobre el que se funda cada página, cada párrafo, cada línea de esta obra. Ariel, nos recuerda en cierto punto que podemos vivir con los pies sobre la tierra, pero la cabeza en las nubes -en efecto, sobre estas mismas, podrán toparse con un hermoso paisaje aéreo descrito por el final de esta épica-.

Aún, cuando estás próximo a un aterrizaje sutil en la ciudad, tenemos una última sorpresa -la cual no adelantaré- la que, sin lugar a duda, cierra este viaje con un simbolismo notable. Es en este instante donde comprendemos como la
semilla de un viejo roble, trae más de la savia de su antecesor de lo que parece.

En definitiva, la bitácora de un ciudadano corriente, quien ve sus sueños como adolescente, avanza entre el torbellino de lo viejo y lo actual, se bate al desenfreno del amor, y finaliza con un joven que más de alguna historia tendrá para contar a sus nietos. A modo personal, lo imagino como Bilbo Bolsón, de la comarca, relatando su intrépida aventura cazando dragones; las bestias automatizadas de la ciudad.

CLAUDIO REYES DURÁN / RESEÑA

Claudio Reyes Durán (C.R. Durán), oriundo de Viña del Mar, residente en Santiago, es un destacado profesor de inglés, comprometido con el aprendizaje de sus estudiantes y los avances en materias educativas. Ha prolongado su experiencia entre el nivel medio y superior. Realizando este último en DuocUc.

Sus inicios literarios nacen en la adolescencia de este profesor, quien destaca por la simpleza en el lenguaje al narrar. Exbloguero, sostuvo online su sitio durante 4 años, conocido en aquel entonces como: «Lo que tras la puerta encontré» . En su más reciente avance por el mundo literario ha podido ser presentador, y crítico de obras como: Descubriendo a Omar y Madame Josué, ambas escritas por Adolfo Silva , bajo el sello editorial de Mago Editores. Además, de su crítica presentada al escritor español Rafael Ábalos, a su libro Poliedrum (2009).

Con sus 28 años, apuesta por proyectos hacia el futuro, siendo guiado por el escritor Rodrigo Verdugo, nada más ni nada menos que sobrino del gran poeta Chileno, Gonzalo Rojas .

Puedes encontrar algunos trabajos de Claudio en la red social Wattpad.
https://www.wattpad.com/user/ClaudioReyesDurn

ARIEL CRUZ PIZARRO / AUTOR

Ariel Cruz Pizarro, nacido y criado en Santiago, actualmente se encuentra en proceso de titulación como Administrador Público. Dentro de sus experiencias laborales, destaca haber trabajado como Asistente de Metro en Línea 4, además de administrar y escribir el blog corporativo de Recorrido.cl. Gracias a este último trabajo ha podido recorrer varias partes de Chile entre Arica y Chiloé en un corto lapso de tiempo.

En su tiempo libre, Ariel mantiene y da vida al sitio web Administracionytransportes.cl donde aborda sus pasiones: el transporte público, el turismo, los viajes y conocer a otras personas a través de entrevistas. «Corte de Cinta» es su primer libro, fruto de un arduo trabajo de más de 7 años.

COMENTARIOS FINALES Y ACLARACIONES

A diferencia de otras ocasiones, este artículo es totalmente responsabilidad de Claudio Reyes Durán. Como autor del libro, publico la reseña por lo importante que es tener una referencia en internet acerca de la experiencia de leerlo. No obstante, aún siendo este blog mi sitio web personal, he transcrito todo de la manera más fiel posible y Claudio tuvo toda la libertad creativa para leer y reseñar el libro a su gusto.

Agradecer a Claudio por su tiempo y dedicación, no solo al momento de hacer la reseña, sino también acompañándome en un periplo por la ciudad para vender ejemplares a lectores interesados.

 

 

FOTOS DE PRUEBA

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