Entrevista Ingrid Cabrera, ex aseadora y asistente de Metro

Si hay algo que me gusta de tener un blog es poder hacer entrevistas como ésta, entrevistas que no salen en los diarios pero que nos aportan una bocanada de aire, de vida y de sorpresas. Con Ingrid fuimos compañeros de labores en Vicente Valdés. Le agradezco mucho por su disposición, por contestar las preguntas de manera honesta y por la posibilidad de vernos, aproveché de entregarle uno de los libros Corte de Cinta.

Espero que disfruten mucho de esta entrevista.

1) Presentación

Ingrid Cabrera, el libro Corte de Cinta y Ariel

Mi nombre es Ingrid Cabrera Soto, tengo 55 años. Actualmente trabajo como auxiliar de aseo en el Hospital Félix Bulnes, anteriormente fui Aseadora y Asistente en el Metro.

2) Ingrid, cuéntanos, ¿cuántos años trabajaste en el Metro y bajo cuántas empresas contratistas? ¿Cómo fue la experiencia en cada una?

Haciendo cuentas, trabajé 7 años en el Metro, siempre en la Línea 4 y 4A, entré en el mismo año en que se inauguró la Línea 4A. Todo este periodo lo trabajé en 3 empresas contratistas. Partí en Línea 4A, en la estación La Granja, como aseadora.

Guillermo Pino fue un jefe de estación de Metro que murió en 2013, una sala de Las Mercedes lleva su nombre

A mí me llevó una amiga, ella estaba buscando trabajo y me dijo que postuláramos juntas. Ambas quedamos, pero a ella la mandaron a otra instalación y a mí me mandaron al Metro. Es la empresa quien designa adonde va cada una. Gran parte de mi trabajo lo aprendí con el jefe de estación Guillermo Pino, él justo tiene acá una sala con su nombre, murió hace unos años. Era un jefe muy pesado pero siempre te enseñaba cosas del trabajo, a la gente eso a veces le lateaba pero yo aprendí mucho, casi todo lo aprendí con él y eso después lo apliqué como Asistente.

Esa primera empresa fue Aramark. Era buena empresa, ahí me tocó trabajar en la estación La Granja y Sótero del Río. La segunda empresa fue CVC Comao. Aramark perdió la licitación.

¿Ahí cómo es el proceso de cambio de empresas?

La empresa nueva, CVC Comao, nos empezó a buscar y nos ofrecía trabajar bajo las mismas condiciones anteriores. En general, siempre es así. Uno mantiene el contrato con la empresa hasta el último día y al día siguiente empieza el contrato con la otra. Aramark nos pagó todo, finiquitos incluidos. Me mantuvieron en las mismas estaciones y después quedé fija en Sótero del Río.

Hospital Sótero del Río, la estación donde Ingrid fue aseadora

De ambas empresas tengo buenos recuerdos. Por ejemplo, a uno la premiaban. Cada día los jefes de estación le ponen nota al trabajo que hacemos, a la limpieza. Es una nota de 1 a 7. Cuando estás sobre el promedio, entras a un sorteo y te dan premios. Es un diploma de reconocimiento, algunas cosas para comer y unas lucas. Uno se siente feliz.

3) ¿Sientes que es muy pesado el trabajo de aseadora?

No tanto, creo que ha cambiado. De hecho, ahora es más liviano. Antes uno tenía que sacar el tacho metálico de la basura, vaciar las bolsas, lavar el tacho, volver a instalarlo. Ahora no, después del atentado de Escuela Militar el Metro solo tiene bolsas de plástico, entonces llegas y la botas no más.

La parte más pesada es cuando hay palomas en las estaciones, eso exige más trabajo. Yo siento que ahora hay más palomas, incluso con esos pinchos que ponen en las estaciones, como que a las palomas no les importa y hay más. Ahí uno tiene que limpiar, sacar esos excrementos, dejar todo impecable día tras día.

4) En la tercera empresa usted cambió de función, ¿cómo fue eso?

Sí, yo era aseadora y los jefes de estación me dijeron que podía postular a Asistente de Metro. Estaba Esert, postulé y quedé. El primer día me dejaron en Tobalaba, me tiraron al tiro a los leones. Después estuve en Vicente Valdés y ahí quedé fija, después de un tiempo me dejaron a cargo de todos los demás Asistentes en la estación. Es harta responsabilidad aunque no muy bien pagada, solo eran $10.000 extra que te daban por eso.

Ingrid fue asignada a la estación Vicente Valdés

Me encantaba mi trabajo, me gusta mucho el contacto con la gente y Vicente Valdés es una estación ajetreada, pasa de todo, muchas veces pasan cosas dramáticas, pero siempre hay que estar atento, mirando, buscando que todo salga bien. Me motivaba mucho.

Incluso, ahora como pasajera, a veces también veo gente perdida en los andenes y la ayudo. Me tocó ayudar a una niña con dolores de parto, me comuniqué con el conductor en el tren para que la pudieran atender en la siguiente estación. Uno nunca deja de ayudar en realidad, incluso cuando dejas de trabajar en esto.

Lo más chistoso es que me echaron por una lesera, porque no tenía 4° medio. En el papel que me dieron dice que es por «necesidades de la empresa«, pero me dijeron que era porque no tenía cartón de 4° medio. Me echaron después de estar como 1 año trabajando. Me avisaron de un día para otro. Si cuando entré sabían que no lo tenía, yo les mostré mi cartón de 3° medio. Fui honrada y no quise falsificar ninguno. Al final fue para mejor.

(*) Como contexto, actualmente Esert ofrece un sueldo líquido de $290.000 para el turno que tenía Ingrid: 45 horas semanales en distribución 6×1 con horario de 14:30 a 22:45, extendible al cierre de la estación con bono de horas extra. A esa remuneración, ser Coordinadora de los Asistentes en Vicente Valdés significaban $10.000 más. En los requisitos de postulación, solo piden 2° Medio. El sueldo mínimo en Chile hoy es de $276.000 (452 USD).

5) ¿Qué anécdotas recuerda en el Metro? 

De mi primera etapa, una anécdota que nos pasó es que una persona ciega se cayó a las vías en el Sótero. Era un ciego que no le gustaba que nadie lo ayudara, siempre hacía todo solo. Uno siempre escucha cuando van caminando con el bastón y de repente ya no se escuchó más. Afortunadamente no le pasó nada, la persona como que rebotó en las vías y quedó a un costado, debajo del andén y no al medio. El tren pasó y con el bastón golpeaba la barra guía para hacer entender que seguía ahí. Fue fuerte.

(*) Aclarar que buscando noticias, otro caso similar se dio en Plaza de Armas en 2015.

En Vicente Valdés, había otro ciego que era un sinvergüenza. Generalmente uno pone el brazo para que la persona se apoye, uno debe ser firme. Pero este caballero metía el brazo debajo del de uno, así después podía estirar las manos y tocar los pechos. Eso se lo hizo a varias, a mí nunca me pasó porque no lo dejé, era pesada con él. Me tocaba llevarlo desde el nivel de Línea 4 al de Línea 5 y avisar en qué estación se bajaba.

La Granja es otra estación donde Ingrid trabajó como aseadora

Otra anécdota, aunque en realidad yo no tengo muchas cosas chistosas, como que me tocó ver más dramas. Me tocó atender a una pasajera que venía con una gran hemorragia vaginal. Ahí me apoyé en la paramédico, ella era excelente, y tuvimos que contenerla y ayudar a parar esa hemorragia.

Yo admiro a una jefa, María Destefani, porque tenía una capacidad de gestión increíble, todo funcionaba bien. Recuerdo que tuvimos una persona anciana que se accidentó en la escala mecánica, se cayó de cara. Entre ella y yo coordinamos la salida de la persona y ella ya tenía la ambulancia lista, afuera de la estación. Es muy rápida para tomar decisiones y resolver problemas. Eso nos pasó en Vicente Valdés.

Otra dura que me tocó fue en La Granja. Yo no conocía mucho de ese sector, pero en realidad es malo. Mientras estaba aseando, una vez me tocó ver cómo a una señora la arrastraban para quitarle la cartera, era terrible. En esa misma estación, los ascensores están afuera, bien lejos. Me acuerdo que iba a acompañar al jefe de estación a cerrar uno y me dijo que mejor no fuera, que me quedara en los andenes. Fue y volvió con una herida en el cuello. Lo habían intentado cogotear.

Lo otro son las cosas que se le quedan a la gente, hay cosas típicas como ropa, pero a veces era ropa que venía en bolsa de tienda y con la boleta, trajes de terno, de todo. Siempre se encuentra de todo. Dentro de lo más llamativo, recuerdo un bolso muy hermoso que debió ser de una travesti o una prostituta. Tenía muchos compartimientos, maquillaje, colonias, condones, zapatos de taco alto, de todo. ¡Era un bolso precioso! El otro que recuerdo era una caja de madera que debió ser de un artesano, tenía muchos aros y joyas de distinto tipo, muy bonitas. Lo malo es que la gente no iba a reclamar o pedir las cosas, uno las informaba pero pocas veces las venían a buscar.

Otra anécdota es que me tocó ayudar a una persona que se quería suicidar. Era una joven, estaba llorando en Vicente Valdés. La saqué de ahí, salimos de la estación, conversamos, nos reímos y se calmó. Todavía tengo contacto con ella, ¡ahora tiene un hijo y es muy feliz!. Me alegro mucho por ella.

6) ¿Le tocó ver o sentir fantasmas en alguna estación?

Tren Alstom AS2002 en Sótero del Río

Sí, me tocó pero no sentí miedo y no era la única que lo veía, lo veíamos varios. En la sala de colación de Sótero del Río, hay un fantasma que va de pared en pared y a veces también le da por golpear la puerta de los camarines. Tiene una camisa celeste. Los más antiguos decían que era un trabajador de las faenas del Metro, cuando se estaba construyendo, y que debió morir ahí.

Ahora, hay muchas historias, varios compañeros cuentan las suyas, tú también debes conocer varias.

7) Mirándonos, yo creo que igual trabajar en el Metro a uno lo desgasta, ¿qué opinas, Ingrid?

Se pierde vida. Yo tenía turno a las 14:00 horas y llegaba a mi casa a las 02:00 de la mañana. No veía nunca a mi hijo, en la mañana despertaba y él ya estaba en el colegio, en la noche llegaba y él estaba durmiendo. A uno se le resiente mucho su vida familiar, está ausente de muchas cosas. Pasa la cuenta como madre, como esposa, como dueña de casa.

Ahora que estoy afuera, que trabajo en otra cosa, uno se da cuenta. Es triste, no compartes lo que debes compartir. Te pierdes cumpleaños, celebraciones, no tienes fin de semana. Yo trabajaba 6×1 y a veces faltaba gente el día libre y venía a trabajar igual, literalmente no tenía vida, estar en el Metro me absorbía. Lo disfrutaba porque me encantaba el trabajo, pero uno paga los costos con los suyos.

Yo ahora me siento mejor, más tranquila y feliz. Cuando me encuentro con alguien conocido, les digo «libre soy, libre soy» y se ríen, porque es verdad, ahora tengo más tiempo para mi familia. A uno como que en la casa no lo entienden tanto, pero esta pega desgasta.

8) ¿Qué consejo le darías a la gente más joven? 

Que hagan lo que les guste, que no busquen trabajo solo por la plata. La plata sí resuelve una necesidad monetaria, pero no te llena el corazón. Uno tiene que tratar de buscar algo que te llene, ser feliz. También los cambios siempre son para mejor, uno no tiene que amargarse o echarse a morir.

Y que vivan la vida a concho, uno no sabe lo que va a pasar después. En la vida no hay que programarse tanto, hay que vivir y disfrutar. Yo eso lo aprendí ahora de grande, hay que vivir.

Y yo en el Metro, aprendí lo mismo…

COMENTARIOS FINALES

Es un honor y un placer publicar este tipo de entrevistas aquí. Me encantaría hacer más notas sobre el Metro, es medio complicado pero es uno de los desafíos que tengo en el blog. Espero que aparte de haber conocido parte de la experiencia laboral de Ingrid, se queden con lo último, eso es lo que vale y por eso este blog existe. Me alegra mucho ver que Ingrid también está feliz jajaja, es bacán re-encontrarse con buenos colegas de trabajo.

Ariel Cruz Pizarro

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