Los falsos caminos de la felicidad

Bienvenidos lectores y lectoras, en esta ocasión quiero presentar una humilde predicación, inspirada en la Palabra de Dios y el Espíritu Santo, más que en mi sabiduría o en el entendimiento que Dios me ha dado, pues ciertamente aún ambas cosas no son nada en comparación con la voz del Señor. Esta vez quiero tocar un tema elemental, que es la felicidad. ¿Quién no se ha preguntado cómo se alcanza la felicidad?

Los falsos caminos de la felicidad

En algún momento de mi vida, en un tiempo pasado, me hubiese gustado ser un orador, estar en un gran salón con un montón de personas, a lo mejor alguna conferencia TED, y exponer sobre un tema que permitiese ayudar a otros a encontrarse a sí mismos, ya saben, sabiduría o entendimiento humano, para ayudar, pero también para tener fama y algo de reconocimiento. Hoy, lo recuerdo y me causa mucha risa (o pena).

De hecho, hace unas semanas estaba buscando opciones de magísteres para especializarme en un futuro, me gustaría ser coach, porque efectivamente pero hay una gran salvedad: El coach aplica muchas cosas de sabiduría humana, ciertamente tienen muchos consejos prácticos para ir puliendo y mejorando al ser humano, pero adolesce de un elemento esencial: Dios. Es sabiduría sin Dios, lo que es también sabiduría de papel, vacía y vana. Lo «chistoso» es que ahora se paga millones de pesos para poder hacer lo que ha hecho mi padre, mis profesores y todos esos humanos que tienen un corazón justo: ayudar a otros a verse y superarse.

Hay todo un tema respecto de cómo buscamos la felicidad, en estos tiempos, los adultos nos han inundado a los jóvenes la idea de que la felicidad está en realizarse dentro del trabajo, en hacer lo que te gusta, pero omiten un par de cosas. Si eliges un trabajo que te guste, ciertamente no lo sentirás como una obligación y te sentirás cómodo en ello (esto sí es verdad), pero al volver a casa y dejando de realizar esas actividades, necesitas de otras cosas para realizarte y ser feliz (esto se omite). Ahí te meten el cuento de la familia y los hijos (que otra vez, tiene algo de verdad, pero también algo de omisión), tener riquezas, ser reconocido o famoso, viajar por el mundo, tener o hacer (inserte lo que quiera).

La riqueza

¿Qué pasaría si yo fuese una persona inmensamente rica? ¿Cuánta gente ha deseado ganarse la lotería? Cuando era adolescente, me gustaba filosofar conmigo mismo y alguna vez me imaginé esa situación. ¿Saben? Yo no quiero ser rico en dinero, ni ahora ni mañana. Porque si fuese rico, tendría muchas cosas, las cuales implican una responsabilidad y me constituyen una atadura (si yo tengo una casa, tengo que obtener el suficiente dinero y tiempo para mantenerla, por eso los adultos están más cargados que los niños).

Si tuviese muchas cosas, además de tener responsabilidades sobre ellas, también podría tener temor de que me las vayan a robar y, peor aún, tendría miedo de que las personas que se acercan a mí, lo hagan por dinero y no por quien realmente soy yo. En el fondo, tener muchas riquezas -visto desde este punto de vista más humano- no es precisamente ser afortunado, esto sin contar con que las personas tendemos a desarrollar lo que se llaman zonas de confort, o sea, no nos queremos mover de dónde estamos, tememos hacer/vivir aquello que desconocemos y nos aferramos a lo que consideramos seguro (las riquezas, en este caso). Ciertamente, no tendremos necesidades materiales, pero aún no somos felices y nos atormentan otros miedos.

En Mateo 19, encontramos un trozo del capítulo donde Jesús se encuentra con un hombre rico y le pregunta qué acción debe hacer para ser salvo y tener la vida eterna. Este episodio está entre los versículos 16 y 30, pero yo les dejaré un trocito.

«Entonces vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna?. Él (Jesús) le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos.

(El rico) le dijo: ¿Cuáles? Y Jesús dijo: No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio. Honra a tu padre y a tu madre; y amarás a tu prójimo tanto como a ti mismo.

El joven le dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta? Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo, ven y sígueme.

Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. Entonces Jesús dijo a sus discípulos: De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el Reino de los Cielos. Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios» Mateo 19:16-24

Ahora, esta palabra es mucho más profunda que el mensaje de decir que los ricos difícilmente van a entrar. Alguno de seguro recordará en el colegio cuando les enseñaron o han leído historias fantásticas donde estaban los alquimistas, quienes buscaban la piedra filosofal, la fuente de la juventud, el Santo Grial, la ciudad de oro, o de seguro han leído el Principito y las preocupaciones que cada ser humano (en sus planetas) tenían. Hay una palabra que corta a todos ellos y los que no he nombrado pero que también buscaban la felicidad en cosas que no son Dios. Otra vez es Jesús quién nos reprende.

«No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón» Mateo 6:19-21

Tu tesoro, ¡tu corazón! Ese es el meollo del asunto respecto de cómo dedicar nuestra vida provechosamente. El problema está que tenemos muchos distractores, ¡estamos repletos de pildoritas! Me explico, le digo pildoritas a los placebos, el placebo es una pastilla a la cual uno le atribuye un efecto, pero que ciertamente no contiene nada (y uno, ignorante, cree que sí). Es como que yo tuviese un dolor de cabeza, en mi ignorancia me tomo una pastilla de Vitamina C y digo que se me pasó con eso (efecto placebo).

La vida es una sola: disfrútala (Los placeres)

¿Quién no ha escuchado eso? La publicidad de Visa («la vida es ahora«), el tópico literario del «dum vivimus, vivamos» que es lo mismo, dado que tu vida es una, llénate de placeres y gózala. Y el ser humano se desvía, dedica su corazón a hacer tesoros en la tierra. ¿Quién no ha escuchado esta falacia? «Debes ser feliz contigo mismo«, ¡es una falacia y yo la dije tantas veces! Sí, porque cumple con todas las cosas que salen por boca de hombre: son limitadas, es cierto que uno debe ser feliz con sus caminos, pero omite que es imposible ser feliz en caminos humanos.

Como decía en mi testimonio, yo estuve un tiempo alejado de Dios, viviendo lo que denomino un «exilio«. Dentro de ese filosofar humano, me planteé distintas preguntas acerca de cómo podía llegar a alcanzar una felicidad genuina y nunca encontré una respuesta, ¡nunca! Ciertamente los seres humanos van y eligen un camino, pero se tropiezan y se tropiezan incesantemente e ignoran una y otra y otra vez que van por caminos que no conducen a nada, al menos nada celestial y se mueren sin encontrarle sentido a la vida.

Por ejemplo, no es que yo tenga algo en contra de los mochileros, de hecho aquí ustedes me ven viajar a menudo y trato de compartir parte de mis experiencias de viaje con ustedes. Pero en mis adentros, y probablemente debido a que estaba alejado pero Dios siempre me advertía de algunas cosas, yo pensaba si sería feliz teniendo una casa rodante o viajando, recorriendo todo Chile, fotografiando cada rincón y compartiendo con otras miles de personas. ¿Y saben?

Claro, los primeros años deben ser muy felices porque todo es novedoso, pero en cuanto el viaje se vuelve una rutina, empiezan a asechar otros dolores: la imposibilidad de generar lazos profundos, de tener compañías duraderas, el hecho de que los lugares no hacen felices a las personas sino que las personas son felices en los lugares, el deseo (quizás de algunos no tanto) de asentarse, la imposibilidad de disfrutar de la quietud o de tu hogar (porque te acostumbraste a viajar y deseas seguir conociendo, sea por costumbre o por curiosidad).

Entonces, evidentemente vivir de viaje trae un sinnúmero de experiencias positivas porque conversas con personas de otras culturas, de otras ciudades, conoces lugares naturales bellísimos, te fascinas con la inmensidad y la diversidad del mundo, te sorprendes con cada cosa nueva, pero… igual, no te hace totalmente feliz. Tarde o temprano, el viajero sabio que no conoce a Dios llegará a la misma conclusión que Salomón en sus tiempos de amargura, «todo es vanidad«, lo que se refleja en el libro de Eclesiastés en casi todos sus capítulos, afirmando que el ser humano es pasajero, pero Dios permanece.

«Aprendí que todo lo que Dios hace dura para siempre. Los seres humanos no le pueden agregar ni quitar nada al trabajo de Dios, pues lo hizo así para que la gente lo respete. Lo que sucede ahora, ya había sucedido y lo que va a suceder, ya sucedió. Dios se encargará de lo que está más allá de la comprensión de los seres humanos» Eclesiastés 3:14-15

La razón

Por eso, es una mentira que el ser humano base sus decisiones en la racionalidad (rational-choice, lo que permea en todo nuestro sistema político y económico, pensando en que el ser humano hace las cosas por un incentivo o una recompensa y no por altruismo, ¿no ven que ahora todo tiene su precio y todo es dinero?). Si andas por la calle, te vas a dar cuenta, cuánta gente hace cosas malas a sí mismas y a otras personas sabiendo que son malas, ¡basta con ver a los fumadores! ¿Cuánta gente no se justifica a sí misma por decir «mentiras piadosas«? Mentiras, son mentiras y no tienen apellidos. ¡Para qué vamos a nombrar las abominaciones! ¿Cuántas personas están atadas a hábitos o conductas que no les reportan nada espiritualmente?

«Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte. Aun en la risa tendrá dolor el corazón; y el término de la alegría es congoja. De sus caminos será hastiado el necio de corazón; pero el hombre de bien estará contento del suyo» Proverbios 14:12-14

¡Auch! En tres versículos resumió la vida de toda la humanidad completa a través de los siglos, el mismo Salomón que fue bendecido con esa sabiduría y se desvió después para terminar arrepintiéndose a tiempo (Eclesiastés 12). ¿Cómo sería el mundo si en vez de llenar los teatros y los estadios por el hecho de que viniesen artistas, estuviesen llenos de personas que desean fervientemente servir al Señor y quieren hacerlo de corazón, no por costumbre ni por reconocimiento, por dinero o por apariencia? ¿Cuánta gente no gasta miles de pesos en ir a ver a sus artistas favoritos y cruzan los dedos para poder conocerlos en persona… y nosotros tenemos a Jesús, que dio la vida por nosotros, y a Dios que nos legó su Palabra para alimentarnos espiritualmente pero no le escuchamos?

Aquí puede venir el ateo o el agnóstico a decir que Dios no existe y que no es racional. Pero de cajón me permite preguntar: ¿puedes demostrarte que eres/serás feliz por toda tu vida en el camino que estás llevando, que cuando tengas 98 años y tus ojos ya no vean, te sentirás feliz contigo mismo, tendrás paz interior y te sentirás lleno?. Yo conocí muchos ateos, estudié y estudio con muchos de ellos, te aseguro que no eres feliz y andas buscando respuestas, aquí o allá, tratando de hallar paz y algo que te llene por dentro, y como no lo encuentras vas y te pones a leer, te vuelves una persona docta y muy versada, pero eso sigue sin resolverte el problema elemental de la felicidad, en el fondo, podrás sentirte orgulloso de tus logros y las cosas que hiciste, pero aunque no quieras admitirlo, cuando estás solo y la tristeza te ataca, te gustaría creer que hay algo más allá, aún cuando veas que todo este mundo esté lleno de oscuridad y por eso digas, «si Dios existiera, no habría tanta maldad«. Y si todos fuésemos justos, ciertamente no habría guerras ni mentiras, pero el ser humano no es así.

Pablo, quien fuera Saulo que persiguió cristianos para matarlos y fue convertido por la gracia de Dios (Hechos 26:4-23), en la carta a los Romanos nos pega un tremendo palo, sí, a mí también.

«Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron las gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. Por lo cual Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos, Amén» Romanos 1:16-25

Ese argumento de que si Dios existiera, no habría maldad, se invalida en los versículos siguientes, pues Pablo habla primero de los homosexuales (sí, tengo amigos homosexuales y los tolero, no soy homófobo, pero ciertamente la Palabra de Dios dice que es una conducta reprobada, yo no tengo cómo cambiar una jota de eso) y después plantea:

«Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican.» Romanos 1:28-32

En otras palabras, injusticia, en el mundo abunda injusticia. ¿Adónde queda la racionalidad del ser humano? Es cosa de ver un poco a nuestro alrededor, en el caso de Chile tenemos ciudades completas con agua potable contaminada con arsénico por las mineras (que detrás de esas empresas, tienen a personas responsables de esas decisiones); otras mineras que no han escatimado en recursos y lobby para explotar sus recursos sin preocuparse de otras poblaciones que serían afectadas (idem al caso anterior), una ley de Pesca que ha sido generada en corrupción y que perpetúa la explotación de los peces por los industriales, un Servicio de Impuestos Internos que condona deudas millonarias a compañías como Johnsons y que trata de no perseguir a políticos que obtuvieron dineros electorales de forma poco ética pero que va a desalojar a una familia pobre y va a preocuparse de la evasión de impuestos en eventos escolares. Estoy seguro que en otros países será igual o peor, conductas que sólo hacen pensar qué clase de sinapsis están involucradas en esos procesos.

¿Qué tan racional es el ser humano cuando vemos el actuar de la industria farmacéutica y cómo se da salud a quién sólo puede pagar? ¿Qué tan racional es el ser humano cuando destruye su propio planeta y se dispara a los pies? ¿Qué tan racional es el ser humano que aún teniendo la Palabra de Dios escrita en un libro llamado Biblia, reniega de ella y se ríe de ella aún sin haberla leído siquiera? Ciertamente Dios nos dio inteligencia, pero sin Dios, esa racionalidad se vuelve frialdad, egoísmo y todo lo que Pablo describía allá arriba.

La familia o las relaciones humanas

¿O sea que Dios quiere personas tontas? No, Dios no quiere cristianos tontos, piénsalo como un padre, ¿a quién le gustaría tener un hijo tonto? He ahí, el porqué tampoco la familia es precisamente una fuente de felicidad, pues ciertamente uno se alegra cuando vive en una familia armoniosa, ¿pero y si no? ¿Y si tienes una mujer reclamona y hostil? ¿Y si tienes hijos que toman decisiones desacertadas o te generan dolor? ¿Y si estás en una relación que espiritualmente no te llena ni te edifica? Ah, ¿te das cuenta? La felicidad tampoco está en tener una familia, incluso si es esa mujer que te encanta y se ve hermosa, ¿de qué sirve la belleza si no es una mujer sabia y recta?, ¿de qué sirve tener hijos si no son sabios ni rectos?

Hay algunas palabras que se me vienen acá para ilustrar esto:

«No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y los enemigos del hombre serán los de su casa.» Mateo 10:34-36

Jesús no vino a traer paz como la entendemos nosotros, Él vino como hijo de Dios a salvarnos del pecado, porque los seres humanos somos falibles y pecamos, Dios aborrece el pecado y ciertamente el pecado nos mata. Cuando crees que algo es malo y lo haces pensando en que no morirás, ciertamente como cuerpo no te has muerto todavía, pero espiritualmente sí lo estás. ¡Anda! Dime dónde está tu espíritu, créeme que me compadezco de ti y oro porque alguna vez conozcas la bondad de Dios, a mí no me pone feliz ver a los seres humanos repetir sus errores ni ver su lejanía con Dios, es algo que me duele.

«Gotera continua en día de lluvia y mujer rencillosa, son semejantes; el que trata de contenerla refrena al viento, y recoge aceite con su mano derecha» Proverbios 27:15-16

Aplíquese al hombre también, ¿a qué mujer le es provechoso casarse con un hombre poco inteligente, iracundo y de malos hábitos? Esta pregunta no la digo por los buenos partidos que están solteros o por un tema de superioridad moral, es por un hecho concreto, ¿no es que cada día los divorcios crecen más? ¿no será que tenemos que elegir un poco mejor? Hay personas que dicen que ya no tienen confianza en el matrimonio, porque «es un papel«. Ciertamente, la humanidad es injusta y así como estamos, no dan muchas ganas de confiar en otra persona, pero no podemos quedarnos encerrados en una isla pensando que somos el único justo y que los demás no lo son.

«Y que vuestro adorno no sea externo: peinados ostentosos, joyas de oro o vestidos lujosos, sino que sea el yo interno, con el adorno incorruptible de un espíritu tierno y sereno, lo cual es precioso delante de Dios» 1 Pedro 3:3-4

Si quieres tener familia o andas en busca de una relación, no te fijes en cualquiera. Las personas se muestran muy amables de buenas a primeras, pero después muestran quiénes son verdaderamente. Del mismo modo, aún cuando estés enamorado, podrás vivir 50 años con esa persona y eso no te garantizará esa felicidad de la que te estoy escribiendo, en ningún modo. Tú no eres capaz de hacerte feliz a ti mismo en estos términos, pues tampoco serás capaz de hacer feliz a otra persona ni ella a ti. Igual para el caso de los hijos, hay hijos que son dolores de cabeza.

«El hijo sabio alegra al padre, pero el hijo necio es tristeza de su madre. Los tesoros de maldad no serán de provecho; mas la justicia libra de muerte.» Proverbios 10:1-2

La felicidad real

El ser humano justo ciertamente tiene felicidad en sus seres queridos, pero no es feliz por ellos, sino porque es justo. En todo esto, tiene que resonar en ustedes lo que dice Jesús respecto al lugar donde está su tesoro, ¿está en la Tierra o en el Cielo? Si lo que te produce «felicidad» está acá en la Tierra, es vanidad, pues la vida no se trata de hacer o de tener, sino de amar.

Aquí lo he expuesto a través de las riquezas, los placeres, la razón, las relaciones humanas y pueden ser muchas cosas más, ¡lo que ustedes quieran poner! Todo cabe dentro de lo que es un camino para alcanzar la felicidad, el cual nace a partir de una necesidad: no somos capaces de ser felices por nosotros mismos, no nos llenamos.

«¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura. Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes a David» Isaías 55:2-3

Yo no saqué absolutamente nada con recibir la sabiduría de Dios y no tener amor, porque sabía de todas estas cosas pero aún así no era capaz de ser feliz, ¿y por qué? ¿por qué cuesta tanto ser feliz o encontrar a Dios? Porque hay que reconocer una verdad que nos duele, debemos reconocer que somos menos que hierba, por cuanto la hierba crece espontáneamente y recibe su alimento, mientras que nosotros nos matamos trabajando para comer nuestro pan y vestirnos.

¡Porque duele reconocer que como seres humanos buscamos respuestas para toda clase de preguntas y dedicamos todas nuestras energías a responder cosas que no nos llevan a ninguna parte, incluso gastamos energías en cosas que son inútiles (es cosa de analizar cómo dedicamos nuestro escaso tiempo en las redes sociales)! ¡Porque duele reconocer que por más que queramos y tratemos, sólo somos capaces de experimentar alegrías pasajeras en tanto hacemos nuestro camino, pero nunca logramos saciarnos ni tampoco logramos sanar por nosotros mismos las heridas que arrastramos desde nuestra juventud! ¿Y cómo no nos va a doler vernos desnudos ante tamaños dolores?

Analízate, toma conciencia, todos tenemos dolores, todos arrastramos miedos, sea la soledad, el rechazo, alguna persona que nos maltrató, la falta de reconocimiento, etc. Peor aún, todos pecamos, incluso los que se creen justos, yo me creí justo y juzgaba a otras personas por sus acciones, eso también es malo porque no soy quién para juzgar y yo también puedo ser llevado a cometer errores.

«Hijo mío, no te olvides de mi ley, y tu corazón guarde mis mandamientos; porque largura de días y años de vida y paz te aumentarán. Nunca se aparten de ti la misericordia y la verdad; átalas a tu cuello, escríbelas en la tabla de tu corazón; y hallarás gracia y buena opinión ante los ojos de Dios y de los hombres. Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas. No seas sabio en tu propia opinión; teme a Jehová, y apártate del mal; porque será medicina a tu cuerpo, y refrigerio para tus huesos.» Proverbios 3:1-8

La vida no se trata de TENER ni de HACER, si analizas toda esta predicación o sermón, he hecho hincapié en estos dos verbos porque todas las formas de «caminos de felicidad» están marcadas por uno de estos dos verbos, a veces los dos. Nos tratan de vender la idea de que necesitamos cosas o acciones mundanas, y se nos va la vida en ello, ¡pero NO!

No necesitas ese televisor de ochorrocientas pulgadas para ver tus programas en HD, ni tampoco ese súper computador para jugar la última versión de tu videojuego, ni aún necesitas viajar por el mundo o ser un cantante famoso e ir de gira por todas partes con fama y riquezas (esto me recuerda al Dinosaurio Anacleto). Tampoco puedes aferrarte a las cosas (son tesoros de esta Tierra) y a las personas, porque las personas se van, todos vamos a morir en algún momento y tu felicidad no puede depender de la presencia/ausencia de alguien humano (¡hey! esto no es un ataque al duelo, sino que como seres humanos depender de otro es sufrimiento).

La felicidad es algo interno y tiene que ver con la justicia divina, digo tiene que ver porque tiene relación, pero con esto estamos recién empezando a vislumbrarlo.

«¿Se agradará Jehová de millares de carneros, o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma? Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios» Miqueas 6:7-8

Miqueas escribe en el Antiguo Testamento, diciendo que Dios se alegra más por lo que ES el ser humano, que por los sacrificios que hace. El texto dice «HACER justicia, y AMAR (que es una acción) misericordia, y HUMILLARTE (otra acción) ante tu Dios«, pero si deseas ser inmensamente feliz, debes partir por humillarte y después el resto viene solo.

Porque no puedes partir siendo justo si no reconoces que como ser humano no eres capaz de hacer nada y reconoces que Dios es capaz de hacer todo en ti y en el ser humano, una vez que haces eso y comprendes la poca cosa que eres (es decir, ERES humilde y temeroso de Dios, no te apoyas en TU prudencia y tus caminos), por extensión puedes amar la misericordia (no juzgas, sino que pides compasión) y haces justicia (ERES justo). Porque Dios da y Dios quita, tú no eres capaz de sobrevivir sin beber agua o comer alimento, NECESITAS que él te provea, eres un NECESITADO, sí, como un bebé que cuando tiene hambre, llora pero no sabe ir a buscar su leche, como un bebé que se alegra con el calor maternal.

En Juan 15, Jesús señala:

«Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.

Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho.

En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos. Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor. Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido.

Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer. No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé. Esto os mando: Que os améis unos a otros.» Juan 15:1-17

Somos ramas dentro de un árbol, ¿y qué puede hacer la rama fuera del árbol? Nada, ¿y qué puede hacer la rama por sí misma? Nada, ¿y qué…? Todo lo que el ser humano haga en este mundo que no le conduzca a acercarse a Dios, a conocer su Palabra, a amarlo de todo corazón y no perseguir esos tesoros celestiales, serán energías y tiempos vanos, entregados a vanidad, a cosas que marchitan. Lo peor no es que desperdiciamos el tiempo, sino que hay vidas completas que se desperdiciaron y se marchitaron sin dar antes un fruto, que murieron sin conocer el propósito de su vida, sin saber qué había un libro que explicaba para qué estamos aquí y respondía todo cuánto quisiéramos preguntar siempre y cuando fuésemos temerosos de Dios.

«Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley. Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.

Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.» Gálatas 5:16-23

Y eso es la felicidad plena, aparece ahí en un librito chico llamado Gálatas bajo el nombre en clave: «fruto del Espíritu», aquel tesoro que no es de la Tierra, sino que está en el Cielo y es provisto por Dios. Así que olvídate de todas esas sabidurías orientales, meditaciones, posiciones, chacras y cuánta pildorita te están vendiendo, porque son distractores. ¡Sigue a Jesús!

Ahora, hay que hacer una pequeña salvedad, esta felicidad es muy difícil de conseguir y tampoco es esa «felicidad» humana de tener alegría pasajera en el corazón por un tiempo extendido y eterno. Esto se trata de renunciar a uno mismo y recibir el Espíritu Santo, de abandonar (con todo lo que eso implica y todo lo que eso cuesta) las pasiones terrenales y los deseos terrenales, para crecer y vivir espiritualmente, lo que es amar a Dios.

«El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará.» 1 Corintios 13:4-8

¿Y puedo ser feliz yendo a la iglesia y congregándome con mis hermanos? ¿Seguir a Jesús se trata de asistir a un culto y salir a las calles a predicar con un micrófono aunque no te oigan? Ciertamente es bueno que las personas no estén solas y compartan con personas que tengan el mismo amor por Dios, igual que la predicación (sea de esa forma, o escribiendo aquí, o yendo casa por casa, o por la forma que sea siempre y cuando sea con la Palabra de Dios) pero seguir a Jesús no se trata de ir a un templo, de ir a Israel a peregrinar o de leer la Biblia como si fuese un libro de comprensión lectora. Se trata de un asunto de fe y de todo lo que he estado escribiendo para ustedes en los párrafos anteriores.

«Al entrar Jesús en Capernaúm, se le acercó un centurión pidiendo ayuda.
—Señor, mi siervo está postrado en casa con parálisis, y sufre terriblemente.
—Iré a sanarlo —respondió Jesús.
—Señor, no merezco que entres bajo mi techo. Pero basta con que digas una sola palabra, y mi siervo quedará sano. 9 Porque yo mismo soy un hombre sujeto a órdenes superiores, y además tengo soldados bajo mi autoridad. Le digo a uno: “Ve”, y va, y al otro: “Ven”, y viene. Le digo a mi siervo: “Haz esto”, y lo hace.

Al oír esto, Jesús se asombró y dijo a quienes lo seguían:
—Les aseguro que no he encontrado en Israel a nadie que tenga tanta fe. 11 Les digo que muchos vendrán del oriente y del occidente, y participarán en el banquete con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos. 12 Pero a los súbditos del reino se les echará afuera, a la oscuridad, donde habrá llanto y rechinar de dientes.

Luego Jesús le dijo al centurión:
—¡Ve! Todo se hará tal como creíste.
Y en esa misma hora aquel siervo quedó sano.» Mateo 8:5-13

Fe y amor, ante todo amor.

«Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.» 1 Corintios 13:13

«La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden. »Ya me han oído decirles: “Me voy, pero vuelvo a ustedes.” Si me amaran, se alegrarían de que voy al Padre, porque el Padre es más grande que yo.» Juan 14:27-28

Bendiciones para ti que lees, de veras, ¡muchas bendiciones y que recibas el gozo del Espíritu Santo! No estamos aquí para consumir oxígeno y marchitarnos, sino para amar a Dios y darle gracias por su creación.

Escritor y Blogger de Transportes
Entradas creadas 885

Un pensamiento en “Los falsos caminos de la felicidad

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Publicaciones relacionadas

Comienza escribiendo tu búsqueda y pulsa enter para buscar. Presiona ESC para cancelar.

Volver arriba