No perder el foco (Isaías 55)

Esta predicación, aunque podría tener mucho de mi cosecha, quiero que sea algo propio del Espíritu Santo, una ayuda y una respuesta de Dios para algún lector. Porque sé que no depende de mis palabras, de mis capacidades, de mi prudencia, sino del propósito que Dios tenga. Me permito hacer una pequeña analogía.

En las cámaras, sobre todo en aquellas más avanzadas, uno puede manipular y manejar manualmente el enfoque (MF – Enfoque manual). De una misma escena, el fotógrafo o la persona que está detrás de la cámara puede captar lo que más le guste, un sujeto en especial, o desenfocar a propósito para generar lo que se llama Blur o puede tomar el nombre de Bokeh, dependiendo del grado. Por ejemplo, a veces me gusta hacer tomas desenfocadas porque soy miope, entonces la cámara puede reproducir cómo ven mis ojos. Ése es el tema de hoy: cómo estamos viendo la vida.

Verán, es muy fácil perderse, basta con que giremos un poco el anillo de enfoque y vamos a enfocarnos en otra cosa, así que vamos a corregir eso con la Palabra de Dios, para enfocarnos en lo que realmente importa. Doy gracias a Dios, por este nuevo día de vida, porque me eligió pese a que no soy precisamente la mejor persona y porque me permitió ver su luz, después de años de sequía espiritual, caminando en el desierto.

«A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche. ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura.

Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes a David. He aquí que yo lo di por testigo a los pueblos, por jefe y por maestro a las naciones.

He aquí, llamarás a gente que no conociste, y gentes que no te conocieron correrán a ti, por causa de Jehová tu Dios, y del Santo de Israel que te ha honrado. Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano.

Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar. Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová.

Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos. Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.

Porque con alegría saldréis, y con paz seréis vueltos; los montes y los collados levantarán canción delante de vosotros, y todos los árboles del campo darán palmadas de aplauso. En lugar de la zarza crecerá ciprés, y en lugar de la ortiga crecerá arrayán; y será a Jehová por nombre, por señal eterna que nunca será raída.» Isaías 55:1-13

Vamos parte por parte, para que podamos comprender y entender a qué se refiere Isaías con cada versículo. En este caso, como no dejé los números, agrupé los temas en párrafos para explicarlos detalladamente y los pintaré de un color especial para destacarlos. Revisaremos con mucho detalle.

Los primeros dos párrafos, que corresponden a los versículos 1-4, Isaías nos habla del peso que tiene nuestro Espíritu en relación a las otras cosas del mundo. Jesús usó palabras muy similares en el sermón de El afán y la ansiedad, para enseñarnos que debemos buscar primero el reino de Dios y su justicia, antes que las cosas materiales. Pero, no sólo se refiere a cosas materiales como tal, sino cosas de este mundo, cosas pasajeras, que van y vienen, que no edifican tu Espíritu.

«Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma» -> esto es lo medular, lo importante.

El foco de nuestra vida debe estar en esto: buscar a Dios y estar atento a su voz. Ahora, para alguien que nunca ha conocido a Jesús, o que va a la iglesia (o fue) pero nunca ha sentido a Dios, para alguien que a lo mejor no cree pero que está leyendo esto y le gustaría saber. Uhm, Dios no es como nosotros, en el sentido de que su puerta está disponible para que la toquemos, pero nosotros no podemos agarrar la manilla y entrar, sino que debemos tocar primero. Esto nos lo enseña cuando nos dice cómo orar.

«Les dijo también: ¿Quién de vosotros que tenga un amigo, va a él a medianoche y le dice: Amigo, préstame tres panes, porque un amigo mío ha venido a mí de viaje, y no tengo qué ponerle delante; y aquél, respondiendo desde adentro, le dice: No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis niños están conmigo en cama; no puedo levantarme, y dártelos?

Os digo, que aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo por su importunidad se levantará y le dará todo lo que necesite.

Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.

¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?» Lucas 11:5-13

¿Cómo? Me explico, nosotros somos como ese amigo, todos lo somos en algún momento de nuestra vida. Cuando oramos y nos damos cuenta que necesitamos de Dios, cuando vemos nuestra vida y notamos que por más que trabajemos, que tengamos nuestra familia o amigos, que hagamos «nuestros sueños», de todos modos espiritualmente no somos completos ni llenos, como que nos falta algo, vamos a la puerta de Dios y le pedimos que nos abra, que nos deje pasar, porque necesitamos de Él.

¿Y qué nos dice Él? ¿Nos dice que debemos llenar un formulario y tocar a una cierta hora, en un cierto lugar? ¡No! Nos dice que él nos abrirá la puerta, aún cuando pueda sonar inoportuno, aún cuando seamos malas personas y no nos lo merezcamos, va a estar ahí para nosotros, a darnos los panes, que bien pudieran ser respuestas, calma, paz, amor.

«A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche« -> Jesús es la fuente del agua espiritual, del alimento espiritual.

Sentir el gozo de estar cerca de Dios, de caminar conforme a su camino y de tener al Espíritu Santo contigo es, no sé, indescriptible. Es una sensación de plenitud, no sé si podría llamarse saciedad porque te dan ganas de moverte, de hacer cosas por Dios, de ir y predicar, de escribir, de evangelizar, de agradecer. Es una inyección de energía, pero que a diferencia de la energía humana, también trae una paz y una claridad maravillosas. Ves todo de otro modo. Para poder hacer eso, debemos buscar a Dios de corazón, no por obligación o por cumplir un rito, no por leer por leer, sino de corazón, con humildad, con amor genuino.

«Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar.» -> deja lo humano atrás, perdonar a los demás también.

Hay una dualidad: piedad – impiedad. El amor de Dios, lo que nos predicó Jesús a través de su vida, de sus obras, de su llamado; el testimonio de la vida de los siervos de Dios y quienes fueron a evangelizar (lo que se ve en Hechos y las cartas a las iglesias en el Nuevo Testamento), todo eso, nos habla de que el amor de Dios no nos hace juzgar a los demás ni hablar pestes, sino que nos hace compadecernos del dolor de otras personas, de ser conscientes de lo perdido que va el mundo, nos llena de misericordia y eso nos mueve a la piedad.

Si una persona no ha recibido el amor de Dios, si no ha sido tocada por el Espíritu Santo, puede hacer muchas obras buenas y ser una «buena persona», pero no tiene el mismo foco que nosotros, no es el mismo sujeto quien lo mueve (Dios). De ahí podemos ver tres palabras que hablan de esto.

«Cuando se cumplió el tiempo en que él había de ser recibido arriba, afirmó su rostro para ir a Jerusalén. Y envió mensajeros delante de él, los cuales fueron y entraron en una aldea de los samaritanos para hacerle preparativos. Mas no le recibieron, porque su aspecto era como de ir a Jerusalén.

Viendo esto sus discípulos Jacobo y Juan, dijeron: Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, como hizo Elías, y los consuma?

Entonces volviéndose él, los reprendió, diciendo: Vosotros no sabéis de qué espíritu sois; porque el Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas. Y se fueron a otra aldea.» Lucas 9:51-56

Cuando nos movemos por el Espíritu Santo, más allá de hacer buenas obras, estamos empapados por su amor y deseamos servirle, «ganar» almas para Él, poder ayudar a todas esas ovejas perdidas para que dejen de estar perdiéndose en el mundo y puedan conocer a Jesús, a quien Dios envió para salvarnos, para que fuésemos hechos de nuevo.

Y si no nos quieren escuchar, o plantean hacer algo malo contra nosotros, Jesús no nos dice que vayamos y hagamos la guerra, ¡no!. Él fue crucificado por nosotros, es como que fuera a la cárcel a recibir cadena perpetua por … por no haber hecho nada malo. ¿Y se puso a maldecir a todos y cada uno de los que le crucificó? ¡No! Pidió, pidió por nosotros.

«—Padre —dijo Jesús—, perdónalos, porque no saben lo que hacen.
Mientras tanto, echaban suertes para repartirse entre sí la ropa de Jesús» Lucas 23:34

Retomemos lo de las obras. Pablo cuando le escribe a la iglesia de Corinto, tiene un hermoso capítulo que nos habla del amor (1 Corintios 13), del cual yo dejaré un fragmento aquí, que es el que nos sirve para entender que no se trata de cuántas obras buenas o malas hacemos, sino de la presencia de Dios en nuestra vida.

«Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.

El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará» 1 Corintios 13:2-8

Voy a hacer una analogía que puede ser un poco burda, pero, cuando nos gusta una niña, ¿nos ganaremos su afecto por méritos? O sea, a mí personalmente me da mucha pereza ir por la vida pensando en «conquistar» a alguien, porque entre otras cosas, eso no es genuino, prefiero darme a conocer como soy y si a alguien le gusto, bien; si no, bien también. El tema está en que muchas personas sí «conquistan», y van, y hablan con ella, y le hacen favores, y la hacen sentir bien. Pregunta incómoda del millón de dólares: ¿eso asegura que ella te va a querer?, ¿eso te asegura que le vas a gustar? Uhm… no, de hecho es más probable que te quiera como amigo jajajaja.

Esto es ligeramente parecido, no se trata de lo que haces. El foco tuyo, el foco esencial de tu vida, no debe estar tanto en las obras o en las acciones (que sí, son importantes, pero no lo central). Tu foco debe estar en tu relación con Dios, en abrirle tu corazón dentro de lo que puedas para recibirle, en estar dispuesto a cumplir con aquello que te pide, en buscarlo de corazón, de forma genuina, en leer la Biblia y orar, orar por ti, por tu casa, por tu Iglesia, por gente desconocida, en pedir que puedas entender, en pedir que puedas sentir su amor.

Siguiendo con la analogía de la niña, yo no creo en los amores a primera vista, pero sí me parece que hay una mayor afinidad con unos rostros por sobre otros, es decir, yo he conocido a muchas mujeres, muchas de ellas muy hermosas, pero unas me llaman la atención y otras no, no es algo que yo controle o que pueda definir racionalmente. Alguna puede venir y hacer mucho por mí, ¿pero va a cambiar en algo? No sería correcto ir y aceptar a alguien por «pena», o porque me demostró que me quiere aún cuando yo no pueda sentir lo mismo. ¿Van captando?

Antes que pedirte que vayas y hagas mil y una cosa, Dios te pide un par: Amar a Dios con todo tu corazón (porque a diferencia de la niña, él si nos va a corresponder) y amar a tu prójimo como a ti mismo (ese amor divino, tener misericordia del otro, ser justo, ser correcto, preocuparse por el quebrado, etc). Eso debe ser tu foco.

«Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.» -> SUS caminos > MIS caminos

Es bastante duro, pero enlazándolo con lo que leíamos arriba, nosotros vamos por la calle y vemos que tenemos una necesidad, entonces, conscientes de esa necesidad (la cual nuestro camino no es capaz de satisfacer, de surtir), nos vemos en la obligación de ir y tocar la puerta de Jesús, aunque sean las 3 de la mañana. Lo he escrito en otras predicaciones, pero pensando en que no siempre las personas van a leerlas todas, me permito ser un poco redundante.

«Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden.

Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho. En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.

Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor. Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.

Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido. Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.» Juan 15:5-13

Jesús es la vid y nosotros somos pámpanos, o sea, ramas. ¿Qué va a ser una rama si no está dentro del árbol? Se muere, se seca. Nosotros necesitamos que venga lluvia y tener nutrientes (alimento espiritual, el amor de Dios) para poder dar frutos, porque solos y separados de la vid, somos ramas secas y muertas.

Nuestros caminos, los deseos de nuestro corazón, lo que es propiamente «humano», es camino de muerte, porque en vez de preocuparnos de las cosas de Dios, nos preocupamos de las cosas de la Tierra, lo que nos lleva a perdernos. Si abunda el amor de Dios en nosotros, experimentaremos lo que Pablo señala como frutos del Espíritu.

«Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley» Gálatas 5:22-23

Ahora, el foco también se nos puede perder aquí tratando de hacer la obra de Dios. Por esto es importante prestar mucha atención a esto y lo que sigue. Nuestro foco no puede estar en la búsqueda de cosas anexas a Dios, por decirlo de algún modo, nuestra mirada debe estar puesta en la vid completa y no sólo en las uvas.

Por ejemplo, pongámosle que pensamos que nos falta fe. Entonces, en vez de dedicarnos a buscar a Dios con todo nuestro corazón, nos ponemos a buscar con todas nuestras fuerzas «cómo resolver la falta de fe» y nos empeñamos en eso, desviándonos del foco principal. Pongámosle otro nombre, uhm, «¿cómo ser mejor evangelista?«, entonces vamos y nos dedicamos de lleno a buscar la Palabra, a leer pastores, testimonios, libros y blablabla, pero nos descuidamos a la vez de buscar realmente a Dios.

Cuando Dios se refiere a que busquemos primeramente el reino de Dios, no solamente nos está hablando de alejarnos de las cosas mundanas y materiales, de los tesoros de la Tierra, sino que nos señala el foco, nos dice: «Tú, preocúpate de esto«, de la vid entera y no de las ramas o de un fruto en particular. Ciertamente es bueno prepararse, tener curiosidad, querer saber y conocer, pero no perdamos el foco, si queremos saber algo, pidámoslo.

«Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas.

No seas sabio en tu propia opinión; teme a Jehová, y apártate del mal; porque será medicina a tu cuerpo, y refrigerio para tus huesos.» Proverbios 3:5-8

Cuando Dios nos dice que nos fiemos de él y de nosotros, se refiere a estas cosas también. Es difícil, cuesta mucho, nadie dice que sea sencillo porque no lo es, a menos que no tengamos nada que perder. Nosotros podemos tener un plan, pero puede ocurrir un imprevisto y se acaba. Podemos confiar en nuestro dinero o algún patrimonio, pero viene una enfermedad grave y ante la muerte, da lo mismo si tienes o no tienes, sabes que preferirías no tener con tal que esa persona se salvara.

¿Casos como éste (que vean la dualidad fiarse de Dios – fiarse de tus fuerzas)? ¡Muchos! Se me vienen al corazón: cómo David venció a Goliat (fiándose de Dios, pues no era soldado sino un pastor de ovejas, pero ante todo siervo de Dios, ver 1 Samuel 17) y cómo David hace un censo en Israel (fiándose de su propia prudencia, en sus fuerzas, ver 2 Samuel 24); cuando Jesús responde a sus discípulos cómo deben responder si les preguntan, no les dice que estudien oratoria, sino:

«Cuando os trajeren a las sinagogas, y ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis por cómo o qué habréis de responder, o qué habréis de decir; porque el Espíritu Santo os enseñará en la misma hora lo que debáis decir.» Lucas 12:11-12

Esto puede ser una crítica, pero se enlaza con lo que viene. Dios no necesita que maquillemos la Palabra, que digamos las cosas «para que el otro las entienda y no se sienta mal», que omitamos cosas, que llenemos la iglesia hablando cosas que no generen controversia y dejen contento a todo el mundo. Él no necesita que vayamos a endulzar corazones, ni tampoco nos ve como esos captadores de tarjetas de crédito. ¡No!

Nosotros no vamos a convencer, lo nuestro no es un debate, no es presentar un producto para que lo compren, no somos fabricantes de llaves como para creer que debemos tener la llave necesaria para el corazón del prójimo, no estamos aquí para darle humanidad a la Palabra de Dios, ¡no! Dios necesita que seamos siervos fieles, pero Él hará su obra a través de nosotros, no con nuestros talentos.

Es bueno que nos preparemos y conozcamos, que leamos mucho y queramos escudriñar la Palabra de Dios, ¡sí! Es buenísimo, pero no perdamos el foco, no nos pongamos a buscar las uvas si debemos preocuparnos de la vid completa. Nosotros no venimos aquí a servir a los hombres, sino a Dios.

«Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié» -> Su Palabra hará lo que Él quiera, no otra cosa.

A ver, yo estaba orando por varios días porque me dolía mucho, mucho ver cómo el mundo estaba repleto de ovejas perdidas, de personas a las que uno podía predicarles pero que tenían el corazón engrosado y no entendía cómo. Si Dios es omnipotente, ¿por qué no va y entra a esos corazones? Y bueno, también me preguntaba muchas cosas, ¿puedo pedir por alguien para que se convierta? En realidad, estaba lleno de preguntas, porque claro, yo puedo entender que no todos vayan a recibir la Palabra de Dios, pero no deja de dolerme.

El propósito de evangelizar no está en llenar las iglesias, no se trata de tener más o menos fieles, no se trata de llegar a más o menos gente, no se trata de decir algo agradable para que las personas te escuchen. Se trata de decir la Palabra de Dios, como está, y dejar que Dios haga lo suyo, que entre en los corazones donde tiene que entrar, en aquellos que pertenecen a su rebaño.

O sea, en otras palabras, nosotros no vamos por ahí a ganar almas y no podemos sentirnos felices porque «nosotros» «ganamos almas». No, nosotros sólo llevamos la Palabra, pero no fue por nuestra pericia, por nuestra voluntad, por nuestras palabras escogidas, por haber sido de convencimiento, no fue por méritos propios que esas personas reconocieron a Jesús como su Salvador. Debemos estar felices, porque Dios tocó sus vidas y ahora serán salvos, porque serán nuestros hermanos, pero esto no es porque nosotros hayamos hecho algo bien.

«Volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre. Y les dijo: Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo.

He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará. Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos» Lucas 10:17-20

Lo mismo con los dones, Dios quiere darnos dones y que podamos ser siervos útiles, pero no debemos regocijarnos por los dones mismos (los frutos, las uvas), sino porque Dios nos eligió y nos llenó de su amor (la vid). Nuestra alegría no viene de obras propias, sino del gozo del Espíritu Santo. ¡No perdamos el foco!

«Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos» Lucas 17:10

Si vamos y hacemos la voluntad de Dios, no es para que nos tiremos flores y nos sintamos orgullosos, o se nos infle el pecho pensando en que somos dignos o mejores que los demás. No, somos siervos e hicimos lo que nos mandaron a hacer, de no ser por Dios, ¡no haríamos nada y no tendríamos de qué sentirnos bien! ¿Acaso vieron que Jesús se gloriaba de sí mismo y restregaba en la cara todos los milagros que hizo en su ministerio cuando lo crucificaron? No.

«Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.» Efesios 2:8-9

El hecho de que seamos parte del rebaño de Dios, es por su gracia y su deseo, no el nuestro. ¿Recuerdan la analogía de la niña? ¿Depende de nosotros el que una mujer se enamore de nosotros? Nosotros ciertamente somos de una forma, pero no depende de nosotros que a ella le agrade esa forma. ¿Depende de nuestras obras el que hallemos gracia delante de Dios? La triste verdad es que NO, Dios quiere siervos que hagan sus obras, pero antes que tener personas que sirvan de labios, quiere tener siervos que sirvan de corazón, con AMOR.

«No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.» Mateo 7:21-23

A ver, pero no entiendo (puedes decir). ¿Quiere decir que no todos los pastores ni todas las personas que sirven en una iglesia se van a salvar? ¿Quiere decir que aún siendo sacerdote no voy a ser salvo? ¿Me quieres decir que hay muchas personas que van y hacen su vida para Dios, pero no se salvarán? ¿Quieres decir que puedo ir a la iglesia todos los días de mi vida y no salvarme? Por eso escribo esto, para que NO PIERDAS EL FOCO.

» Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado; por tanto, he aquí que nuevamente excitaré yo la admiración de este pueblo con un prodigio grande y espantoso; porque perecerá la sabiduría de sus sabios, y se desvanecerá la inteligencia de sus entendidos.

!!Ay de los que se esconden de Jehová, encubriendo el consejo, y sus obras están en tinieblas, y dicen: ¿Quién nos ve, y quién nos conoce?! Vuestra perversidad ciertamente será reputada como el barro del alfarero. ¿Acaso la obra dirá de su hacedor: No me hizo? ¿Dirá la vasija de aquel que la ha formado: No entendió?» Isaías 29:13-16

Nótese: «Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado«. ¿Qué nos dice? Nuestro corazón debe estar con Dios, debemos procurar buscar a Dios, no por un rito, no por costumbre, no porque me lo digan, sino porque de verdad nos nazca, porque de verdad queremos amar a Dios y queremos servirle.

Retomo nuevamente lo de la niña, pero ya en una relación. ¿Qué sacamos con ser «buenas personas» y ser «buenos esposos» o «buenos novios», si realmente no amamos a esa niña? ¿Tiene algún sentido? Eh, no, no lo tiene, porque estamos con ella en presencia, hacemos cosas buenas por ella, pero nuestro corazón no está para ella. Esto es lo mismo, Dios no nos quiere como siervos tibios, Él no quiere que vayamos y evangelicemos porque sí, quiere que lo busquemos, que lo amemos y que por fruto de ese amor, vayamos y prediquemos el Evangelio. Pero, PRIMERO, nuestro foco: Amar a Dios y amar a tu prójimo.

En otras palabras y haciendo un quiebre: Cuando nosotros estamos sirviendo a Dios, en mi caso, escribiendo estas predicaciones. Yo no lo hago pensando en los hombres, porque claro, cuando a uno le enseñan el proceso de la comunicación le dicen que debe ajustarse al interlocutor, pero, notarán que acá yo no sé mi interlocutor, así que me tengo que fiar de Dios para escribir y poner las Palabras que él quiera poner, yo no guío a Dios, sino que Él me guía. No vengo a dar una clase, sino que Dios me viene a enseñar a mí, y de pasadita, viene a enseñarle a otros también.

Cuando nosotros vamos por ahí a predicar, nosotros no sabemos quiénes finalmente se salvarán, no sabemos tampoco cuándo van a recibir a Jesús, no sabemos nada de sus vidas, tampoco sabemos a qué iglesia van a ir, si se van a salir de una e irán a otra, no sabemos nada y no decidimos nada. Lo único que podemos hacer es cumplir con nuestro mandato: buscar a Dios, amarlo con todo nuestro corazón, amar a nuestro prójimo, ser misericordiosos, procurar la justicia y estar atento al llamado de Dios, a hacer lo que Él nos pida. De repente es ir en la micro y dejarle un versículo al conductor, para otras personas será preparar una predicación, o ir y ser misionero, vaya a saber uno, pero cumplir con algo que Dios ponga en nuestro corazón (no al revés).

«Porque con alegría saldréis, y con paz seréis vueltos; los montes y los collados levantarán canción delante de vosotros, y todos los árboles del campo darán palmadas de aplauso» -> Saldremos con alegría y volveremos con paz, ¿por qué?

Pongámoslo así, o sea, para mí es evidente pero porque ya pasé por el desierto. Eres una oveja que anda perdida, hambrienta, necesitada tanto de comida como de protección. Has estado huyendo de otros animales que, viéndote sola, te han querido cazar. Entonces, de pronto, aparece Jesús (por no decir, un pastor), te toma y te aparta para llevarte a su rebaño. Y Jesús tiene un campo que no puede compararse a cualquier otro, porque el pasto que tiene es riquísimo, tiene aguas en abundancia y por si fuera poco, aparte de ser un pastor que cuida de ti, sabes que te ama, que te eligió de entre todas las ovejas para estar en ese rebaño elegido. ¿Qué siente el ser humano cuando es amado? Alegría, ¿por qué las personas que se casan están felices en el matrimonio? No es por ponerse un anillo, es porque hay otro ser humano que les manifiesta su amor y compromiso. ¡Ajá!

Ahora, pongamos que Dios puso en el corazón de esta ovejita: «ahora ve y busca a otra oveja que esté perdida, dile que hay un campo maravilloso con aguas inagotables para que venga, pero si no viene, no es tu culpa porque hiciste lo que debías hacer». Uno va y predica, pero de las personas que escuchan, unas quedan y otras no, unas vienen a conocer el campo, se sacian y se van; otras vienen, comen y se vuelven a perder; y otras se quedan en el campo (esto es por llevarlo a los términos de la Parábola del Sembrador). ¿Cómo vuelve el trabajador cuando ha hecho su trabajo de forma correcta? Vuelve en paz, porque hizo lo que tenía que hacer.

«En lugar de la zarza crecerá ciprés, y en lugar de la ortiga crecerá arrayán; y será a Jehová por nombre, por señal eterna que nunca será raída» -> Lo poco se volverá mucho por gracia de Dios

Uhm, no sabría cómo ponerlo de otro modo, pero se entiende, ¿no? Que aquella rama que alguna vez estuvo fuera de la vid, ahora está dentro de la vid y puede dar fruto. Que antes había desierto, pero Dios habilitó esa tierra para que tuviese agua, vida y frutos en abundancia. Que lo que alguna vez fue una oveja apartada, ahora sea una oveja en el redil de Dios. Que ahora no nos fiemos de nuestra prudencia, sino en el nombre del Señor.

«Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.» Proverbios 6:22

Nunca será raída, o sea, no nos van a sacar del redil de Jesús. ¿Y por qué no? Por nuestro amor pues, porque amamos a Dios con todo nuestro corazón, porque nos amamos y amamos a nuestro prójimo. Veamos cómo lo describe Pablo.

«Cuando pienso en todo esto, caigo de rodillas y elevo una oración al Padre, el Creador de todo lo que existe en el cielo y en la tierra. Pido en oración que, de sus gloriosos e inagotables recursos, los fortalezca con poder en el ser interior por medio de su Espíritu. Entonces Cristo habitará en el corazón de ustedes a medida que confíen en él. Echarán raíces profundas en el amor de Dios, y ellas los mantendrán fuertes.

Espero que puedan comprender, como corresponde a todo el pueblo de Dios, cuán ancho, cuán largo, cuán alto y cuán profundo es su amor. Es mi deseo que experimenten el amor de Cristo, aun cuando es demasiado grande para comprenderlo todo. Entonces serán completos con toda la plenitud de la vida y el poder que proviene de Dios.

Y ahora, que toda la gloria sea para Dios, quien puede lograr mucho más de lo que pudiéramos pedir o incluso imaginar mediante su gran poder, que actúa en nosotros. ¡Gloria a él en la iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones desde hoy y para siempre! Amén.» Efesios 3:14-21

Ahora, esta predicación debió salir hace mucho, por lo menos hace un par de días atrás, pero no la hice y parte de todo esto viene de un reto. En una de las noches en las cuales oraba, me lamentaba porque deseaba tener más fe, pero no sabía cómo hacerlo, pues no sé si será tan evidente para ustedes, pero la fe no es algo que se busque como se busca una llave ni tampoco es algo que brota de nosotros a nuestra voluntad, y bueh… si me falta fe, evidentemente no puedo decir «Señor, dame más fe».

Así que en vez de lamentarme, le pedí a Dios si podía tener un poco de misericordia de mí y decirme esa respuesta, decirme ¿cómo puedo tener más fe? Afortunadamente Dios no usó su sentido del humor conmigo, mandándome a leer tal o cual versículo, sino que puso en mi corazón la palabra «entrega«. Y claro, las veces en que he tenido más fe es cuando he dependido más de Él, cuando he dejado de confiar en mis cosas y he confiado en Él, cuando me he sometido a su voluntad.

El amor tiene que ver con confianza y con entrega, cuando dice «Ama a Dios con todo tu corazón», también está diciendo «confía en Dios con todo tu corazón», «entrégate a Dios con todo tu corazón», se trata de eso. Si queremos tener más fe, o más sabiduría, o más entendimiento, o que Dios nos responda alguna oración (a su tiempo, no inmediatamente), debemos humillarnos, someternos a Dios, reconocer que nuestros caminos no van a ninguna parte y atrevernos a tocar la puerta, a decir, «Dios, no sé esto, ¿me puedes ayudar?, ¿me puedes decir?«.

Jesús vino aquí para salvarte, salvarme y salvarnos. Lo único que debes hacer es abrir la puerta de tu corazón, reconocer que no eres nada sin Dios e ir a tocar la puerta de corazón, Dios nos abre y no nos va a echar fuera, nos va a dejar pasar y vamos a entrar en ese campo hermoso, donde aprenderemos que no todo es pan y agua.

«Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás. Mas os he dicho, que aunque me habéis visto, no creéis.

Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera.

Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.» Juan 6:35-39

Si vas a pedir algo, pide que Dios te dé un corazón blando, que te dé más sabiduría, que te dé más fe, que pueda prepararte para ser un mejor siervo, que pueda llenarte de su amor, que te bendiga y te dé paz, que te perdone por todos los errores que has cometido y que aún hoy has hecho sin darte cuenta.

«A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche. ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura«. -> Busca a Dios por sobre todas las demás cosas

El título de Isaías 55 es «Misericordia gratuita para todos«, que es el sacrificio que hizo Jesús por nosotros en la cruz para salvarnos, NO TE PIERDAS DEL CAMINO, NO PIERDAS TU FOCO, no hagas que ese sacrificio sea en vano para tu vida, por favor.

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