A propósito de la reforma educacional y todo el ruido que se ha generado. Quiero dar a conocer mi experiencia, para después dar a conocer una opinión personal frente a un tema que divide mucho :). Esto viene a ser una Editorial, claro que a mí no me pagan.
Mi concepción política y de educación
No estoy inscrito en ningún partido político, honestamente no me interesa hacerlo tampoco. No obstante, soy partidario de que haya un mayor equilibrio entre derechos sociales provistos por el Estado y las libertades individuales. Me gustaría que Chile tuviese un Estado más benefactor que residual. Por razones muy sencillas: justicia social y el hecho de que las “libertades” sólo pueden ser ejercidas teniendo los medios económicos para hacerlo (esto aplicable a vivienda, salud, educación, etc).
Estudiar en el Nacional te ayuda a abrir mucho la mente, tanto así que estoy en contra de la educación formal. Uno de mis deseos es educar a mis hijos en casa, enseñarle yo mismo las materias del curriculum escolar (o con alguien especialista en los distintos temas), salir más a terreno y estar presente en los años más importantes de su vida :), tíldenme de idealista pero me sacaré la mierda para lograr hacer eso y cuando me propongo algo, lo hago 😀
Me parece válido y pertinente hacer esta aclaración antes, de manera que no tengan que estar interpretando o analizando mis palabras para poder “encasillarme“.
Yo estudié en el Instituto Nacional
Primero, doy las gracias a Dios por haber estudiado en el Nacional. Es un poco curioso y chocante que dé las gracias por estar en una institución laica, pero después me comprenderán :). Hay que decir que el colegio está rodeado de muchos mitos. Cada persona va a tener un testimonio con puntos centrales que se repiten y detalles que solamente se interpretan según la visión de cada uno. Por lo mismo, nunca escucharán un relato exactamente igual. En esta ocasión, mi visión es personal y no tiene el afán de totalizar lo que puede experimentar alguien. Lo presento con mucho respeto para quien le interese.
El Nacional es un oasis en medio de la mediocridad. Hay muchos niños que están seriamente interesados en su futuro académico, que tienen buenas notas, que estudian mucho y llegar al Nacional es como… bueno, no es ir al Real Madrid o el Barcelona, porque en el colegio lo que menos ves es plata, pero sí es entrar a una liga competitiva.
Los primeros años
Dentro de la parte negativa, los primeros meses y años son muy duros. Uno viene de colegios chicos donde todos te conocen y te saludan. Las paredes del Nacional son tan frías como el recibimiento de los profesores (conozco muchos profesores que valen la pena, pero de los primeros años recuerdo algunos que te suben y te bajan a garabatos por no saber algo, también hay casos de humillaciones a otros compañeros, nadie tampoco te llama por tu nombre ni menos te conoce) y las primeras notas, generalmente son bastante malas. Es como vivir lo mismo de la universidad, pero cinco o seis años antes y de manera más salvaje. ¿Quieres sacarte una buena nota? Pues deberás esforzarte, porque acá nadie te regala nada. Yo aún recuerdo las palabras de Papi Costa (así le decíamos), entró a la sala y dijo: “Compren este libro, hagan todos sus ejercicios, sáquense la mierda, y conmigo verán el 5“.
Dicho y hecho, me partí el lomo haciendo ejercicios de potencias, fracciones y triángulos para ver esas notas. Como anécdota, ese año también saqué un 2.0 coeficiente 2 y logré repuntar ese promedio para dejarlo como azul a fin de año, me quemé las pestañas estudiando para esa última prueba y casi logro el 6. El colegio forma personas resilientes, personas conscientes de que te vas a caer miles de veces, pero deberás pararte mil y una (o bien, ante tanta presión también existen personas que colapsan).
Mis notas nunca fueron malas en el promedio general, estaba en el 6.3 (de un máximo de 7, si alguna vez tenemos lectores internacionales). En mis ramos favoritos que eran biología e historia, siempre bordeando el 7.0. En mis ramos débiles como Matemáticas y Educación Física, sacándome la mierda para que no me bajara tanto. Los primeros años me estresé mucho, a tal punto que a veces tenía hipoglicemia en el trayecto, vivía acelerado.
En el colegio hay todo tipo de personas, no sólo “mateos” (estudiosos). Lo que sí, es tanta la exigencia que te empiezas a dar cuenta de las cosas en que eres bueno y en las que no, se nota mucho. En mi colegio anterior, matemática era fácil y alguna vez quise entrar a una Olimpiada de Matemáticas. Acá ni cagando, mi compañero de banco sacaba promedio 7.0 y sacó como 830 en la PSU…yo era bueno en eso, pero nunca tanto, celebré como si no hubiera mañana cuando vi un 6. Digamos que uno se empieza a especializar.
El Nacional, colegio de individualistas. Yo lo dudo.
Harta gente que he conocido reclama que somos individualistas. Yo creo que no, en la parte formal es muy común que alguien haga resúmenes de alguna materia y los comparta, también tienes grupos de amigos que te ayudan en las materias que más te complican. En la parte más informal y menos conocida, también hay cursos completos que se ponen de acuerdo para copiar (entre cursos, también se pasan datos). Así que… de individualistas, nada.
El colegio genera lazos bastante bonitos y otros bastante desgraciados. En la sala de clases, da lo mismo donde vives, quienes son tus papás, qué hacen tus papás, cuánto ganan, cuánto no ganan, si tienes zapatos bonitos o están rotos, si crees en Dios o no, si te gusta alguna cosa rara o no, si estudias o eres flojo. Da lo mismo, todos nos respetamos y comprendemos que cada uno vive su propia realidad. Para juntarse a hacer trabajos de grupo, aprendes que lo más fácil es coincidir en el centro. Mis mejores amigos de los primeros años del Nacional vivían en Colina, Pedro Aguirre Cerda y La Florida.
¿Que tenemos a los mejores profesores del país? No. Tenemos muchos profesores, algunos muy valiosos y a los que voy a destacar más adelante, pero de que todos son los mejores, no. Las destrezas de los estudiantes dependen del profesor que les toque en un ramo, igual que en la universidad. Cada año te tocan diferentes profesores, así que si a tu curso le tocó un profesor malo, te penará el resto de los años en ese ramo. Me pasó en Matemáticas, quedé con mala base en 7º y recién vine a enchufarme en 2º medio. Si ya cuesta sacarse buenas notas, aprenderás también a remediar y parchar ese mal trabajo mientras estudias.
¿Y las relaciones desgraciadas? Para ser un profesor en el Nacional se requiere carácter, mucho. La dinámica de los primeros años con profesores que parecen dioses y niños chicos empujados a ser grandes genera una suerte de condicionamiento: los niños adoran a los profesores exigentes y que los traten mal (o cuando menos, les inspiren algo de miedo o respeto). Si llega un profesor buena onda, que se quiere dar el tiempo de explicar e ir lentito o no se hace respetar, los mismos estudiantes lo hacen pedazos y pueden ser muy crueles. Hay excepciones, pocas, muy pocas, que generalmente tienen que ver con el respeto, una figura que genere admiración o lleve una trayectoria.
¿Y qué hace la diferencia?
La institución la hacen las personas, no ese edificio con pinta de cárcel. Yo estudié entre 2005 y 2010, espero que con los años no hayan cambiado tantas cosas. Uno es privilegiado de estar sentado en esos bancos de madera feos e incómodos (ahí mi poto quedó plano) porque comparte con personas que tienen distintos intereses. El colegio tiene academias, ramas y talleres de lo que quieras, con infraestructura bastante precaria la mayor parte del tiempo y sosteniéndose más con amor que con lucas. Si algo no tiene, puedes averiguar en los otros cursos para ver si hay gente que se interese y lo creas tú mismo.
Tiene la misma gracia de las grandes ciudades: mucha gente, alrededor de 700 por cada año de enseñanza (son 6, serán unas 4.200 personas). Daré un caso anecdótico, pero en mi paso por el colegio sé de 4 personas que teníamos interés en el transporte público. En un colegio chico, se habrían reído de mí. Acá había gente con la misma inquietud y eso se da para todos los temas que se te ocurran. Si necesitas a alguien que domine un tema, es cosa de preguntar y llegarás con la persona indicada, te dirán que la ubiques en tal curso y puedes ir a inspectoría a consultar el horario de ese curso.
Los últimos años
Los últimos años los disfruté más. Estaba más grande, más acostumbrado, más firme y también tuve profesores más cercanos. Pude desarrollar mi veta periodística en un taller gratuito que nos hicieron, saqué fotos un tiempo para la Academia de Periodismo, participé en concursos literarios y paralelamente sacaba adelante el proyecto de Consulta Recorridos.
Los profesores también son un excelente catalizador y fuente de apoyo. Si tienes algún proyecto o quieres participar de algo, hay profesores que están dispuestos a darlo todo por ti. En mi caso, participé en concursos literarios, me apoyó la profesora Gloria Neculqueo (logré una mención honrosa) y la profesora Marlene Ángel (no ganamos nada, pero me acompañó a la premiación y estuvo siempre conmigo).
A un profesor que ya no está y valoro mucho, Felipe Curivil, le dijimos en 3º medio que teníamos vacíos de contenido en Historia (por los paros y una profesora que renunció, nunca vimos Historia de Chile). Se consiguió una sala en la tarde y sin mediar plata ni nada, nos fue parchando los contenidos, sólo para ayudarnos. La misma profesora, Marlene Ángel, seca como ella sola, en 4º medio nos motivó a que asistiéramos en las tardes a una preparación especial para la PSU de Lenguaje que ella haría, también por amor al arte y para que nos fuera bien. Nos preparaba el material (de lujo) y nos preparaba de pura buena onda, nadie le pagaba por esas horas extra y ojo, nosotros y ella estábamos sólo en las mañanas, nos pegábamos una tremenda espera de 4 – 5 horas porque sólo había una sala disponible a esa hora de la tarde.
El colegio no es pura PSU, son relaciones humanas. Hay profesores realmente motivados que se sacan la mierda por ti, pero también tienes que sacarte tú la mierda primero. Otros profesores también te dan la oportunidad de compartir lo que eres. Junto a las dos profesoras mencionadas que me permitieron exponer mis cuentos en sus cursos (lejos, uno de los cumpleaños más hermosos y gratificantes de mi vida), también pude exponer fotos y cuentos con Luis Elmes y Paulina Santos, de Literatura y Filosofía respectivamente. De Paulina, también recuerdo súper bien una clase en que un compañero nos mostró The Wall. ¿En qué otra parte te pones a ver The Wall con los compañeros y debaten seriamente sobre eso? Incluso, ahora que recuerdo, también pude tener el espacio de exponer parte de mis cuentos en la biblioteca.
La Universidad y la PSU
El Nacional es el mejor modo de prepararte para ir a la universidad. Es tanta la exigencia que te acostumbras. En mi caso, después de tantos años de estrés y algunas crisis existenciales, comprendí que no vale la pena estresarse tanto. La vida es corta y frágil, si el día de mañana me muero no quiero pensar que malgasté las últimas rabias de mi vida pensando en unas notas que el día de mañana no le importarán a nadie. No, mi vida es para disfrutarla 😀
A su vez, el Nacional es un mal lugar si quieres llegar a la universidad a estudiar una carrera tradicional. Las notas son malas. Perfectamente con el mismo esfuerzo, podrías tener un 7 o un 6,8 en otro colegio, pero no, acá tienes un 6 con mucha suerte. Cada vez las notas son un factor más fuerte para el ingreso a las universidades tradicionales. Si tienes menos de 6, es mejor que te vayas a otro colegio, si no es dejarle demasiado espacio al azar de la PSU. Con el ranking, ni que decir. Te cagan por donde quieren los de otros colegios. Recuerdo que en mi generación, un amigo mío y compañero al que estimo mucho estuvo raspando para entrar a Derecho (y otro no lo logró). Les aseguro que ambos eran cabros con hábitos de estudio y tremendamente capaces, uno casi no lo logra y el otro no pudo. El Nacional es un arma de doble filo.
Ahora, el colegio igual tiene herramientas que permiten dar una buena PSU. En contenidos, generalmente rebasas el currículum mínimo. Los cursos que tienen electivos de Matemática logran ver cosas de cálculo que se ven en los primeros años de universidad. Por si fuera poco, el Centro de Padres organiza un preuniversitario los días sábado con una selección de profesores del colegio (no diré los mejores, pero se acerca). Harta carga de trabajo, hartas guías, muchos ejercicios y una dinámica más distendida.
A su vez, algunos profesores (como Marlene Ángel ese año) preparan alumnos o grupos de alumnos de forma personal, en algunas tardes. Recuerdo que en Matemática hicieron una selección de los mejores mejores mejores para que fuesen a un taller especial. Y para más remate, los preuniversitarios grandes como el Pedro de Valdivia o el Cpech van al colegio en 3º medio a ofrecer becas a esos diamantes en bruto. Se hacen unas pruebas muy cabronas (debe haber sido el ensayo PSU más difícil que he dado en mi vida) en los liceos emblemáticos, obviamente los mejores puntajes son los que apuntan a 850 en la PSU real, esos van con beca y después aparecen en los listados cuando se sacan el puntaje nacional (sí, puro marketing).
Respecto de esos niños que logran 850, bueh, son como cualquier otro, son un compañero de banco no más. A veces hay gente que hace más méritos y no lo logra, quedan en 830 o en 820 (como yo en Historia), o dan una mala prueba. ¿A qué voy? No son súper estrellas y la mayoría tampoco se traga ese cuento, son personas comunes y corrientes que son muy buenas en un tema, porque han desarrollado expertiz dada la práctica y exigencia. Diamantes pulidos. Esa es la gracia del Nacional, no es meramente una selección, el colegio te da herramientas para ir puliendo tus talentos (o la libertad de no imponerte cosas que te impidan hacerlo).
Obviando toda esta maquinaria que existe para que uno dé una buena PSU, también cuentas con el apoyo de tus compañeros para resolver ejercicios, dudas y apoyarte en ciertos contenidos. Las clases normales, de todos modos, nunca se enfocan en la PSU ni el SIMCE. El Nacional es un mundo aparte con su propia programación académica. Recuerdo que en básica, en un colegio católico que no nombraré, nos hicieron muchos ensayos SIMCE para aprender el formato y responder bien. Acá, el SIMCE es un recreo, uno de los días más distendidos del año.
Clima valórico – político
En el Nacional puedes hablar abiertamente de todo en la sala de clases. Hay personas que tienen papás o familiares involucrados en ambos lados de la Dictadura Militar, estudiantes que militan en partidos políticos y colectivos, personas filósofas que a los 15 – 16 años se han leído lo mismo que se ve en una carrera universitaria del tema, gente que se preocupa más de la praxis y el estudio que de manifestaciones políticas (a.k.a … yo), hay de todo.
Vivir en ese ambiente de diversidad te da una riqueza muy grande, comprendes que hay un montón de realidades, carencias, dolores. Ves todo lo que es Plaza Italia hacia abajo y yo diría que más. Yo nunca viví en una población, pero fui un par de veces a visitar compañeros y haciendo el proyecto de la guía de micros pasé por varias.
En mi caso, la Universidad de Chile habla de pluralismo y en cada paro-marcha sacan a relucir el tema de que “somos los pobres”, pero no… nunca veré más pluralismo e inclusión que en el Nacional. Y si soy atrevido, diré también que nunca me han exigido tanto y que las discusiones / aspiraciones / temas de conversación por lo general eran más profundos, más relevantes y con personas mucho mejor informadas. Lo echo de menos, pero no por eso le tiro puras flores.
Tomas y paros… habrán siempre. Te acostumbras y le sacas provecho. En 7º recuerdo que nos avisaron un día antes que se tomarían el colegio, lo celebramos con emoción porque no tendríamos clases. En 8º, iba como avión en notas hasta el paro. Aproveché ese mes y medio para hacer trabajos periodísticos con la Revolución Pingüina, y así… dalo por hecho, si puedes estudiar el curriculum y adelantar pega, mejor. ¿Que se pierde clases? Sí. ¿Qué es irrecuperable? Hay veces que sí, la mayoría se recupera y no hacen nada en diciembre / enero. ¿Puedes apostar a tener un año normal? No, nunca lo tendrás (salvo el 2010, año del terremoto).
El ideal ciudadano
Para finalizar. Al ver tanta cosa junta y vivir en esa diversidad, al menos en mi caso, salí con una gran vocación de servicio público / servicio país. Quise estudiar Licenciatura en Historia y después hacer la pedagogía. Antes que escribir, lo que más me apasiona es enseñar. Pero analicé las cosas en frío y me di cuenta que los niños cada vez son menos, así que me cambié a Administración Pública, siempre pensando en servir a la comunidad. Una de las cosas que te meten hasta por si acaso es que “el trabajo todo lo vence” (su lema, en latín: Labor omnia vincit) y que Camilo Henríquez quería que el Nacional diese ciudadanos a la altura de la naciente patria para formarla. Eso y ese cuento de que “somos los mejores” que es mentira, somos privilegiados, pero hay un montón de gente tan o más capaz que nosotros que no tuvo la oportunidad que tuvimos.
Hay que des-sacralizar un poco la cosa sí. Ese pasado glorioso del Nacional con los Presidentes y todos esos personajes importantes se explica mayormente porque el colegio recibía lo más selecto de la élite criolla, no hay que tragarse mucho el cuento. La élite ahora está en esos colegios pirulos, todos sabemos que los altos cargos políticos y empresariales se mueven en esas redes. Ahora los colegios emblemáticos no gozan de ese tipo de personajes, pero sí tienen buenas redes de contactos, principalmente ex alumnos que tienen cargos relevantes y pueden ayudarte a hacer algún proyecto. A su vez, en el currículum un colegio como el Nacional pesa, es una suerte de sello bonito.
Respecto de la reforma…
Triste ironía que sea un colegio (en realidad, los emblemáticos) quien pelee por la educación de esas masas no privilegiadas y lo terminen “matando”. El colegio no está muerto, ha pasado por varias muertes así, como la municipalización. No morirá tampoco porque no seleccione, pero sí pasará que buenos cabros de barrio seguirán sufriendo bullying en sus colegios por ser estudiosos y tendrán profesores desmotivados que no les pulirán sus talentos.
El mundo seguirá girando, la gente con plata seguirá teniendo buenos puntajes, preuniversitarios, profes particulares y las clases media y baja dependerán de ese 30% que se puede seleccionar. De 700, 210 cupos… yo fui 129, yo quedo, pero y los otros 490, cagaron, ¿será tómbola? ¿Vivir cerca? Una pena, entrar al Nacional es como entrar a esas ligas competitivas, es como un futbolista de barrio que tiene talento y tiene un veedor que lo puede llevar a Europa, pero que por sus medios sólo puede deslumbrar en una cancha de barrio. ¿Cuánto talento se va a perder? 🙁
Por mí que fuesen 1500 cupos por generación, o 2000 o 3000, pero con suerte entramos en las salas. Por mí, que no existiesen colegios y cada papá pudiese tener el tiempo suficiente para educar a su hijo en casa. Por mí, que no hubiese segregación y que el de Plaza Italia estudie con el de Chicureo y conozcan la casa del que vive en Pudahuel. Por mí, tantas cosas…pero lo cierto es que en esta mediocridad educativa imperante en el país, el Nacional es un oasis, meterse en un colegio así es entrar a una liga competitiva. Si eres bueno en algo, te mereces una oportunidad así. Deberían haber instituciones así para el deporte, las artes y cada talento… buenas y gratuitas.
Ariel Cruz Pizarro, 4º A 2010